23.6.05

DE TODAS LAS MUERTES, LA MUERTE

El aristócrata presidente Marcelo Torcuato de Alvear en el populismo radical: estuvo en el palco de honor del estadio del Paque Central y su Ministro del Interior, Vicente Gallo, hizo la vista gorda en los docks.

La muerte no es sólo un hecho que es imposible ocultar. Encima con el marco ritual y espectacular que le da el fútbol, se vuelve más insoportable que nunca [7]. El que más, el que menos, ante estas circunstancias, que se van a volver cada vez más recurrentes, siempre quiso cabecear las responsabilidades y culpas para la mitad de la cancha, cuando no patearla a las tribunas: siempre, inevitablemente, por lo menos sale a relucir la punta de todo lo oculto, del tabú que contiene lo prohibido. "Entonces el fútbol era fútbol", se quejó amargamente, por ejemplo, el legendario Jorge Brown, del famoso Alumni, que integrara el seleccionado que jugó el primer Argentina-Uruguay en 1902, y añorando tenidas de hacha y tiza que ya para entonces pertenecían a un pasado tan irrecuperable como borrado, agregó casi como una lápida: "No había otras incidencias que las del juego."

7 Verdú, Vicente. El fútbol: mito, rito y símbolos. Alianza Editorial, Madrid, 1980, 208 págs. “El entretenimiento es la más escandalosa necesidad humana.” Indudablemente este condimento para nada adicional le pone su carga especial a este tipo de sucesos, como a otros sucedidos en lugares de esparcimiento. Lo urticante y culposo parece estar agazapado tras el inevitable fin de distracción, de evadirse, de vacaciones de la realidad que le acharon los positivistas, padres de la sociología moderna, al deporte en general, cosa de no pensar ni inquietarse por nuestro destino inevitablemente mortal.

Para El Gráfico del viernes 8 de noviembre, no sólo uno de los jugadores argentinos por lo menos sacó a relucir un arma de fuego cuando los montevideanos enardecidos por la baja los acorralaron en el puerto, sino que acusó a "cierto periodismo" de "haber provocado un antagonismo entre aficionados argentinos y uruguayos que no existe ni debe existir." Textual. Y sin ponerse colorados. No se le puede negar a la familia Vigil en todas las generaciones que han tenido toda una trayectoria y han acuñado toda una tradición nacional y popular: negar y sobre todo invisibilizar la realidad a todo trance, cueste lo que cueste y caiga quien caiga, obviamente al servicio del poder de turno.

Pero la irrealidad no tiene carta de ciudadanía. Y si algo tiene el fútbol como característica esencial, es futbolizar todo. Un jefe policial uruguayo clamó frente a la prensa, también sin siquiera sonrojarse: "Los jugadores argentinos arrojaron todo lo que les caía a la mano, a tiempo que proferían toda clase de insultos y amenazas contra los nuestros, que a su vez contestaron con más cultura, pero con toda energía." La pavada ha aquilatado siempre los méritos suficientes como para tener su propio Pulitzer.

De este lado jamás se anduvo con chiquitas: "Al football también se le explota en forma desconsiderada", clamó El Gráfico en la nota editorial antes citada. "Hemos llegado el año actual a presenciar la enormidad de quince partidos internacionales. [...] Menos negocio, señores dirigentes del football, y mejor football es lo que se desea." ¿Lo habrán releído por lo menos alguna vez? Casi cuatro décadas después lo van a echar sin contemplaciones de la dirección del semanario, a instancias del capitán ingeniero (RE) Alvaro Alsogaray, a la sazón Ministro de Economía, por la cerrada negativa del intransigente Dante Panzeri a plegarse las huestes que estaban instalando precursoramente la Sociedad de Mercado en la AFA y entidades asociados.