MONTEVIDEO, 1924
La primera víctima fatal de la violencia futbolera argentina ya la pintó de cuerpo entero y le marcó el destino. De ahí en más sería oficialista, apadrinada por paraguas políticos e impune. La final de la Copa América en la capital uruguaya muestra ya con claridad el borrador de lo que implantaría a fines de los '50 y haría eclosión después de la rendión de Puerto Argentina, en la primavera del '82.
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